El patoso

No se le puede llamar "calita". Pero tampoco era una playa convencional, bueno convencional... si, de esas playas extensas que se pierden a lo ancho, pues eso. Que tampoco era de esas. Se quedaba en un punto medio, por eso me llamó la atención y me adentré en ella para darle forma a una idea que tuve.
A finales de verano, se me ocurrió escribir un pequeño poema en la arena, no fue por nada en especial, solamente quería expresarme, además, pensé que el poema en la arena sería algo efímero, y más tratándose del mes de Septiembre. Había pocas posibilidades de que perdurara.
Cuando acabé el poema sentí una sensación parecida al alivio, me puse de frente, hacia el mar, como queriendo presentar el poema, ser una especie de nexo de unión entre el poema y el mar. Quizás lo escribí en la arena por la imposibilidad de escribir en el mar, no lo sé.
Pasaron un par de días. Mientras llovía, salí a dar un paseo, forzando inconscientemente mi visita a aquel lugar. Para mi sorpresa, pude comprobar bajo la lluvia, como el poema se encontraba intacto. Un par de personas lo observaban desde la altura del paseo marítimo. Me volví a casa pensando que al día siguiente se lo llevaría la lluvia, el viento o yo que sé...
Tres días después volví al sitio aquel. No solo seguía allí el poema, estaba rodeado por una veintena de personas inmortalizándolo con sus teléfonos móviles, tablets y demás... No sé por qué extraña razón, ningún factor meteorológico acabó con el poema, ni tampoco sé por qué la gente (vandalismo juvenil) lo respetaba.
Al siguiente día me acerqué a ver que pasaba. Había más personas alrededor del poema, lo habían llegado a acordonar. Pronto acudieron los medios locales de información. La junta de distrito tuvo que tomar una decisión ya que no es muy lícito que un grupo de individuos acordonen parte de un terreno público. Se sucedieron las peticiones a la junta de distrito para que se respetara el poema (algunos lo llamaban "obra"). La junta de distrito se mostró flexible y emitió un comunicado en el que a gran escala decía, que no tomarían medidas drásticas y que la desaparición del poema lo dejarían en "manos" de la naturaleza y anima al autor del poema a ponerse en contacto con ellos.
Los siguientes días resultaron muy agobiantes, tanto, que llegó el día en el que se acumulaba tanta cantidad de personas que incluso algunos se marchaban sin poder leer el poema. El concejal de distrito pensó en instalar una especie de pasarela elevada para que se pudiese leer mejor. La idea se llevó a cabo, incluso hubo donaciones para financiar la estructura. La gente se hacía fotografías, algunos empezaban a echar monedas. Fue entonces cuando la prensa y los propios vecinos se propusieron encontrar "al poeta". Ofrecían objetos a cambio del descubrimiento de mi identidad. Yo no tenía ninguna intención de decir que era mío, ni mucho menos apropiarme de las monedas.
El día más soleado que recuerdo de aquellos últimos meses me subí a la pasarela para re-leer mi poema. Evidentemente estaba abarrotado de personas cuando de repente pasó algo in-esperado. Un chico intentaba fotografiar a otro chico que a su vez estaba subido a una barra de hierro intentando crear un efecto en la foto (coger una letra del poema o algo así), el resultado fue desastroso. El chico (tipo) se cayó de culo encima del poema. Se hizo un silencio sepulcral entre el centenar de personas que se encontraban allí. En medio de aquel silencio, des-gallitándome me cagué en su puta madre y no por el hecho de que se cayera en el poema, sino porque el imbécil fue a caer encima de una coma y le cambió todo el sentido al texto, con la de letras que había para caer. Claro, todo el mundo ya supo que yo era el autor.

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