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Huir del equilibrio

 Me pregunto a cada momento qué quiero o qué necesito. Siempre lo sé y no siempre es bueno para mí, no me importa, debo buscar, da igual si me duele, me alegra, complace, araña, desangra o me llena, porque no puedo ocultarme. A veces quiero que pase el tiempo y no ver una imagen de mí, huir de los espejos, evitar preparar mis caras y expresiones y usarlas según la ocasión. Ojalá pudiese desprenderme de todo eso y observar lo natural, el mar vivo, embrutecido y en calma, y tu cuerpo, sin espinas y directo, tu curva y el beso con la boca abierta, tus poros dando luz. Y responderme qué quiero y necesito. Y huir del equilibrio. 

Posibilidades

Hoy pensé en la posibilidad de que te hayas olvidado de una cosa importante para mí: Que te quiero. Luego dudé sobre la manera de plasmarlo en el papel. Suelo usar dos que son muy diferentes: Bolígrafo o lápiz. El lápiz te da la opción de eliminarlo todo con una goma, sin dejar rastro. El bolígrafo se puede tachar con más tinta, pero es difícil eliminar la idea, normalmente uno mira lo tachado y recuerda la esencia de lo que había debajo. Sí, he pensado en "lo de to la vida", hacer una bola de papel y al suelo, pero eso ya no se puede hacer, ahora hay que llevar el papel a un punto de reciclaje. Y tampoco se puede quemar, eso no hace falta ni que lo explique. Al final ni bolígrafo ni lápiz, porque no creo que resida en un folio mi amor por ti. Supongo y espero que resida en esos lugares que no se ven, donde se almacenan las cosas que sabemos, aquello que no necesita contacto físico para que siga existiendo.

Llaves

  Llego a casa etílicamente afectado, o ciego perdido. Reduzco levemente mi respiración, cuelgo la mascarilla en el lugar donde suelo colgar las llaves, saco las llaves que volví a meter sin querer en mi bolsillo, al mismo tiempo se me caen algunas monedas al suelo, no las recojo, intuyo que son de cobre, las guardo para soltárselas al chino cuando voy a comprar, pienso que pueden ser útiles para unos chicles, bolsas… pero no, siempre se me olvida echármelas encima y acabo “rompiendo” monedas de uno o dos euros y me traigo de vuelta más chatarra. Tiro las llaves encima de la cama. Me siento, me enchufo la botella de agua en la boca, bebo sin que pase por mi lengua a la vez que respiro por la nariz, tan fuerte que me cabría en uno de los orificios el mando a distancia. Suspiro como si hubiera hecho algo importante, joder, en realidad lo he hecho, ganar un mundial, ir a la luna, escribir El Quijote… son cosas importantes, ¿pero acaso hay algo más importante que hidratarse? Ahora sí,

Lo que nunca

Ir únicamente a ese punto. Y que no ocurra nada. Llegar a las manos y que las bocas se queden al límite. Saber que me quieres morder y no puedes. No ocultar mis ganas de morderte. Y que todo sea más difícil. Mantener la tensión en los ojos. Y el deseo en todo el cuerpo. Para disfrutar más “todo eso” que nunca ocurrirá.

Adiós libre

  Agarró mi mano y se fue. Con la sonrisa en la boca y los ojos más vivos que nunca. "No quiero nada", me repetía cada tres o cuatro frases. Yo no entendía lo que quería decir con eso, notaba una desconexión entre sus palabras y su rostro. Tenía unas expresiones muy vivas y en cambio, hablaba del final, de un punto y final. "No quiero nada, dame tu mano, quédate mi paz, mi alegría y mi calma". Así hice, conecté su vida a la mía, entendí que ejercía su libertad al dejarse ir, a terminar en ese momento con todo. "No te arrepientas nunca de nada. Y ahora vete, quiero morir solo". Esas fueron sus últimas palabras. Se fue, y sentí que mi vida se multiplicaba y que él era el ser más libre que había conocido. 

Estructuras

Y ahora llegarán las venas, en su mayoría , verticales. Ocultando por fuera su propia realidad natural, aquella desconocida para los seres propietarios de esas venas. Y más allá estarán los interpretadores, los que darán explicación a cada componente formante de las venas, Y ahí estarás tú. En medio.

La gata del Foro Romano

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La gata que vive en el Foro Romano, no tiene miedo. Y probablemente no entienda nada de lo que ocurre. Quizás prefiera la noche, silenciosa y desierta para poder contar a sus crías las historias que a ella le contaron sobre ese lugar, la manera de vivir, el intercambio de ideas y palabras. La gata sale cada día y observa a seres caminando a ritmo lento. Puede que conserve la esperanza de retornar a un mundo en el que se encuentre con las historias que un día le contaron.