Una Visita Rutinaria

El médico parecía muy amable y a los tres minutos de encontrarme allí sentado me preguntó lo que me ocurría. He de decir que yo deseaba oír esa pregunta. A partir de ahí me lancé.
"No tengo fuerzas, tengo una adicción, un deseo, llevo varios días viéndola, estoy intranquilo si le falto un día, no quiero estar en otro sitio, no sé como se llama, no sé si me intimida o me hago el intimidado. Usted tendría que verla, camiseta corta, pantalón cortita y el pelo recogido, lo único que cambia a diario es el color de la ropa, el pelo y los ojos no cambian, sus labios sí, sobretodo cuando la hago reír, se lo permito jejeje. No puedo estar en otros lugares porque mi cabeza no se mueve de donde ella se encuentra, no sé si la quiero, no creo, Estoy seguro que tiene algo especial y que me mira cuando Yo no, me di cuenta, algunas veces lo hacer. Esta semana hablaré con ella".
El médico escuchó atento todo lo que le dije y me preguntó con franqueza y sin rodeos si yo era gilipollas, quería saber con exactitud si yo tenía algún documento oficial en el que se diagnosticara mi gilipollez profunda porque según él, lo que yo contaba se debía a... bla bla bla. Le dejé con la consulta en la boca, demasiado tecnicismo para mi gilipollez intrínseca. Me fui a verla del tirón.

Comentarios

  1. sabes aquel que dice:

    - doctor, doctor ya me he follado a todas las putas del pueblo y todavía tengo ardor de estómago.
    - ¡gilipollas! ¡le dije sal de frutas!

    jajaja

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Estructuras

Posibilidades

Huir del equilibrio